viernes, 24 de octubre de 2008


ENTREVISTA A JUAN SASTURAIN

“Las experiencias son insustituibles”






El conductor del programa de televisión Ver para Leer habla sobre la relación entre la literatura y sus modos de difusión, y señala que, ante el avance de otras formas de transmisión del conocimiento y la información, la única manera de reivindicar la lectura es a través del placer.

“Si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrar en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres”, escribía Roberto Arlt en el diario El Mundo, Roberto Arlt, hace más de medio siglo. En la actualidad, sin embargo, con el continuo avance de los medios de información, y el surgimiento de Internet, aquella verdad que podía encontrarse en los textos, y que servía como justificación para dedicarle un tiempo a la lectura, parece haber dejado de funcionar.
“En otro momento, se podía decir que si uno no leía, no tenía acceso al conocimiento o estaba desinformado pero hoy, en gran medida, no es así”, comenta el escritor y periodista Juan Sasturain entre el bullicio del bar La Puerto Rico. Por eso, para el conductor del programa televisivo Ver para leer, que se emite por Telefé todos los domingos a la medianoche, “la reivindicación de la literatura no tiene que ser nostálgica sino, básicamente, por el fundamento último, que es el placer”.
-¿Qué lugar ocupa la literatura en la actualidad?
-La literatura pertenece a un mundo que está en vías de extinción. Esto no quiere decir que se va a extinguir, pero ya no nos representa como modernidad. La escritura subsiste, y va a seguir subsistiendo, pero no es el último producto que ha generado la comunicación en años.
-¿Cómo se relaciona eso con los modos de transmisión del conocimiento?
-Las modalidades de transmisión de los saberes son insustituibles: ninguna lectura silenciosa de un texto puede reemplazar la experiencia de la relación dialéctica con el maestro, y viceversa. Pero las nuevas formas de comunicación masiva han creado otra dimensión del existir: en gran medida, ser es estar en los medios, hoy en día, y eso se convierte en modelo de comunicación para todo. Yo no creo en eso que se dice de que la tele, a diferencia de leer un libro, inhibe la imaginación. Se podría argumentar al revés: que los medios audiovisuales abren la cabeza a lo posible. El tema es que siempre se analiza lo nuevo con instrumentos viejos. En la época de Cervantes, por ejemplo, la literatura le hacía mal a la gente como le hace hoy la tele.

Docente en las universidades de Buenos Aires y Rosario durante los años ’70, Sasturain afirma que “por un equívoco infernal, el vehículo a través del cual la literatura llega a la mayoría de la población es el sistema educativo; y cualquier maravilla de la creación trasladada a él se convierte en una bolilla que hay que estudiar”. Aunque confiesa que “es inevitable” que así ocurra, advierte que “no puede ser la regla”. Lejos de la nostalgia que siente Ulises por su origen en la Odisea, Sasturain se refiere a un pasado que nada tiene que envidiarle al presente: “¿En otro momento había más programas que difundían la literatura?”, se pregunta. “No, ¿de qué pasado podemos hablar? Los programas literarios siempre fueron minoritarios”, señala. “La gran mayoría de la gente no lee nada, o lee muy poquito. No sé si está bien o mal; es un dato de la realidad”, sostiene con tono sarcástico, como si intentara evidenciar lo absurdo de pretender que haya más espacios televisivos sobre literatura en una sociedad cuya demanda no se orienta en esa dirección.
-¿Pero, entonces, la televisión no puede hacer nada para acercar la literatura a la gente?
-Bueno, por eso me parece que es positivo que haya un programa como Ver para leer en un canal comercial y popular como es Telefé. Está dirigido a un público masivo, y se le hace entrega de contenidos que no son los usuales. Ahora, que ésa sea la manera en que hay que difundir la literatura en televisión no tengo idea.
-En una entrevista dijo que el programa es superficial…
-Sí, no pasa de decir que Kafka es bárbaro. La diferencia que tiene con programas más analíticos es la hondura. Yo no creo que tenga que ser todo picadito: no me molesta que pongan a dos tipos charlando sobre literatura, depende de quiénes sean los que hablen. Pero Ver para leer se dirige a un público que no lee, y no es gente rara; es la inmensa mayoría. No sé si, después de mirar el programa, alguien agarra un libro. El mensaje es que vale la pena leer, y con eso alcanza.

Pero si es cierto que “ese arte de la literatura que son las palabras está en el libro, y eso no se puede trasladar a una imagen, porque se pierde”, quizá, sin embargo, todavía pueda decirse que cada uno de los capítulos del programa reflejan esa cotidianeidad en la que se encuentra lo que el escritor Henry James llamó “germen”, aquella excusa que da la realidad para la creación literaria. “Lo que está por debajo de las situaciones de ficción que atravieso es que en los libros está todo: lo que hemos pensado, soñado e imaginado”, se entusiasma Sasturain. Y acaso alcance con escucharlo para percibir, a través de sus palabras, aquello que para él funciona como fundamento para acercarse a la literatura, y quesugiere mediante una simple –aunque no ingenua- analogía: “En algún momento vamos a tener que explicar por qué vale la pena encamarse, aún cuando se pueda procrear sin hacerlo, ¿y a qué vamos a apelar si no es al placer?”.
Eco enmarcado




¿Qué define a un “todólogo” si no es la capacidad para hablar de cualquier cosa, sin por eso rozar la banalidad? ¿Qué es Umberto Eco si no un hombre que recorre los rincones del pensamiento desde el humor y la ironía? Todos: escritor, semiótico, periodista, ensayista y maestro, se reúnen bajo su propio nombre.
Quizás baste con leer la primera novela del italiano nacido en 1932, El nombre de la rosa, para advertir la capacidad que tiene de reproducir el contexto histórico del siglo XIV. La curiosidad del hombre del Medioevo se convierte en un reflejo perfecto de ese observador voraz de la realidad que es el autor. Así, tras los elementos ficticios, se asoma el Eco periodista, escribiendo una crónica medieval.
De la misma forma, la relación que se establece en la novela entre el maestro, Guillermo de Baskerville, y el discípulo remite a las características que el Eco profesor considera esenciales para dar una clase en tiempos donde el estudiantado excede el límite de capacidad en las aulas: la identificación de un modelo de comportamiento en el maestro para establecer una “relación de amor recíproco”.
El relato queda, entonces, atravesado por la biografía. Y el título se convierte para muchos críticos en un notable homenaje al poema de Jorge Luis Borges: Si (como afirma el griego en el Crátilo) / el nombre es arquetipo de la cosa / en las letras de 'rosa' está la rosa / y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'. Podría también tratarse de una mera casualidad que el personaje Jorge de Burgos sea ciego y custodie una biblioteca que, por demás, se asemeja a un laberinto, reminiscencia de aquella del cuento La biblioteca de Babel. ¿Pero acaso el propio Guillermo de Baskerville no da señales de estas coincidencias cuando afirma que “un libro está hecho de signos que hablan de otros signos”?
Y así se deja entrever el Eco semiótico de los versos latinos que cierran la novela. Acaso todo se reduzca “a un esfuerzo obstinado por comprender el mecanismo mediante el cual dotamos de significado al mundo que nos rodea”. Como la rosa, que se inmortaliza en el nombre, los personajes hacen del autor un eco que resuena en todas las páginas porque, ¿qué mejor testimonio para un escritor que su propia obra?
El hombre que encuesta




Entrevista a Gustavo Darío Pérez

“Me da mucha bronca que manipulen con las
encuestas a la gente, y le cambien el voto”


Empezó a repartir soda en una camión por la provincia de Buenos Aires a los 16 años. Desde 1987, sin embargo, aprovecha ese momentos para encuestar a sus clientes. Según cuenta, con Sondeos y Opinión de Argentinos (S.O.D.A) ya hizo entre 400 y 500 encuestas.

-¿Cómo empezaste a encuestar?
-Empecé en las elecciones del ’87. El radicalismo parecía invencible: le había ganado al peronismo, que nunca había perdido. Pero yo notaba que la gente volvía de nuevo a su fuente. Empecé a encuestar, andaba por muchos barrios distintos, por Solano, Quilmes, Sarandi, Wilde, Avellaneda
con un camión de soda, porque yo soy el sodero encuestador. Iba preguntando y la gente me respondía. Así me di cuenta de que tenía una herramienta.
-¿Pero por qué se te ocurrió entrevistar?
-Soy un curioso de miércoles. Aparte desconfiado...
-¿Por qué desconfiado?
-Llegada esta altura, yo no puedo creer en ninguna encuestadora. A veces cuando me dan distintas las encuestas las reviso porque creo que el equivocado soy yo. Me da mucha bronca que manipulen con eso a la gente y que le cambien el voto. Por ejemplo, la encuesta por decir “Cristina, Carrió” hace que la gente se lo crea y después cambie el voto. La encuesta logra meterse en tu bolsillo, sacarte tu boleta, y decirte: “Votá esta boleta porque si no, no ganás”.
-¿Hacés sólo encuestas políticas?
-No. También hago encuestas sociales, en las cuales podés sacar problemáticas, por ejemplo, de conocimiento. Vos preguntas: “¿Usted sabe si puede tener una enfermedad grave por una caries?”. La mayoría te dice que no. En realidad le preguntás a un médico y te dice: “Sí, se pueden jorobar los riñones; puede tener un problema de salud”. Hice preguntas cívicas: si la gente está de acuerdo con que el voto sea obligatorio.
-¿Y qué te respondió la gente?
-Gana el voto no obligatorio. Ahora bajó, por suerte, el voto calificado. Es una encuesta que me tiene mal, siempre la vuelvo a hacer.
-¿Cómo es la relación con la gente cuando encuestas?
-Yo tengo para reconocer errores y virtudes. Lo que veo como error es que no tengo todo el equipo porque no tengo el dinero. Lo podría poner pero no puedo tener una empresa para hacer política porque no me sirve a mí. Por ejemplo, una señora me dijo que la habían llamado por teléfono y que ella creía que era para ver a quién iba a votar, y pensaba si no decía que a Cristina le iban a sacar el Plan Trabajar.
-¿Tenés criterios para entrevistar?
-Sí. Hay que respetar ciertos cánones. No podés ir a encuestar a un barrio humilde, que hay un puntero y a otro que, tal vez, a ese puntero se le dieron vuelta. La encuesta te va a dar distintas cosas. Tenés que averiguar ciertas cosas. Las encuestas no se hacen en un minuto como un reportaje. A mí lo que me interesa sacar, más que nada, es la temperatura de la gente.
-¿Cuál es la diferencia entre las encuestas que hacés vos y las grandes encuestadoras?
-La diferencia es que yo no respondo a nadie.

martes, 21 de octubre de 2008

INVESTIGACIÓN: CUIDADORES QUE TRABAJAN EN CONTACTO CON ANIMALES SILVESTRES
La vida en la jaula


Los empleados de los zoológicos de Luján y Florencio Varela callan o dicen que no corren riesgo, pero un especialista denuncia que no cuentan con medidas de seguridad y afirma que “juegan a la ruleta rusa”. El año pasado dos animales mataron a sus cuidadoras, pero no cambió nada.






Un cartel de madera atado a los barrotes informa: “Los tigres de bengala son depredadores carnívoros que comen de 15 a 20 kilos diarios de carne de vaca o caballo”. Adentro de la jaula, entre 17 gatos gigantes, está Sergio, el encargado de los felinos del Zoológico de Luján. Parece ignorar el peligro que lo rodea. Cuando llegan extraños, infla el pecho y mira de reojo, como si buscara pelea.

Sergio: ¿Y, van a entrar o no?
Visitante: Pero, ¿no pasa nada?
Sergio (sonríe con el costado de la boca): Por ahora…

En la jaula, mientras las personas se retuercen de miedo y empiezan a arrepentirse de su decisión, un tigre macho pasa, mira con sus ojos amarillentos y resopla. Sergio exhala de forma rápida y corta. “Eso es un saludo, un código que tenemos”, comenta.
Carlos Fernández Balboa, museólogo y especialista en zoológicos de la Fundación Vida Silvestre, sostiene que “los cuidadores del Zoo de Luján son ignorantes que juegan a la ruleta rusa bajo un riesgo latente de ser atacados”. Sin embargo, también denuncia que, en la Argentina, “los zoológicos funcionan mal y, como no se toman medidas de seguridad, la profesión de cuidador de animales es más riesgosa de lo que debería”.
Un zoológico ideal debería ocuparse de 4 aspectos, que el licenciado en museología ordena del más al menos importante: conservación, investigación, educación y recreación. “En la Argentina se persiguen sólo fines económicos y esto pone todo al revés: se le da relevancia al divertimento y no se invierte en lo demás. Por eso, los que trabajan con animales tienen la desventaja de ser individualidades que no son contenidas por un plan estructural”, afirma.


Los intocables

Cuando hablan sobre tigres y leones, los cuidadores del Zoo de Luján repiten como loros: “Los criamos con los perros para que no desarrollen su instinto asesino y cuando crecen son tan mansos que los sacamos a pasear con correa”.
Para Fernández Balboa, “pensar que se puede convertir a un animal silvestre en doméstico es una barbaridad que no resiste el menor análisis”. Gustavo Torres, especialista en bienestar y entrenamiento animal del bioparque Temaikén, el lugar señalado como el más avanzado en cuanto al manejo seguro de animales, explica que los trabajadores del zoológico de Luján “están jugando al filo de la navaja, porque las especies silvestres tienen un instinto asesino contenido que puede dispararse en cualquier momento”. “¡Movés una mano mal y sos historia!”, sentencia.
El Zoo de Luján se publicita en folletos, carteles y su portal de Internet, como “El único que permite contacto directo entre el público y los animales”. Por esta infracción a la ley provincial 12.238/98 o “Ley de Zoológicos” (en su Decreto reglamentario Nº 2308), el lugar recibió numerosas denuncias y fue clausurado dos veces. A pesar de que la legislación fue modificada en 2001 para su “actualización y mejoramiento”, no se incluyó un paquete de medidas de seguridad para los cuidadores de animales.
En realidad, el establecimiento no está Luján, sino en General Rodríguez. La imprecisión responde al marketing, ya que hace años existió un Zoológico de General Rodríguez con muy mala fama. Allí, murió una mujer porque un elefante le pisó la cabeza y un oso le arrancó el brazo a un chico. A pesar del cambio en la denominación, Fernández Balboa indica que “el nuevo parque ubicado en General Rodríguez funciona de la misma forma y es muy parecido a su antecesor”.
Como ellos mismos cuentan, la gran mayoría de empleados del zoológico son de la zona y comenzaron a trabajar en el lugar “por necesidad más que por elección”. Llegaron sin ninguna idea previa sobre el oficio, pero el dueño, Jorge Alberto Semino, los instruyó desde su particular mirada.
No tienen seguro, ni uniformes especiales, ni mecanismos sistemáticos de seguridad, y todos dicen estar convencidos de que el método para domesticar animales salvajes es totalmente eficiente. Algunos hasta sostienen que su trabajo es tan riesgoso como el de “un actor de teatro”. Sin embargo, en la práctica se notan algunas fisuras en el discurso.
Nati, una menor que trabaja allí hace casi dos años, se muestra muy segura para invitar a los visitantes a meterse en las jaulas de los animales más peligrosos, pero reconoce que ella no entra “ni loca” porque le da “cosa”. También admite que “los leones se ponen violentos cuando los chicos que entran les tiran de los pelos”.
Los elefantes, que el experto de Temaikén califica como “los más destructivos”, están en un gran espacio delimitado por una soga finita que, al lado de los gigantes paquidermos, da un poco de gracia. Sin embargo, los ejemplares tienen gruesas cadenas atadas a sus tobillos. “Se las ponemos porque cuando hay truenos se asustan y se lastiman”, explica, inseguro, su cuidador. Más tarde reconocerá que “si no tuvieran las cadenas romperían todo”.
Otro empleado, que lleva los cajones con carne a las jaulas de los leones y tigres, cuenta que los cuidadores terminan su día con heridas provocadas por los animales. Sergio, el encargado de felinos, no lo niega: “Me lastimaron muchas veces mientras jugábamos, porque son fuertes y grandes. Además, para ganarme su respeto tuve que enfrentarlos desde chicos. Si ellos supieran lo que me pueden hacer, tendría que trabajar de otra cosa”, reconoce.
Hay que aclarar que no se conocen accidentes producidos en el lugar, pero Fernández Balboa manifiesta que “seguramente existieron muchos, que no tuvieron prensa o no se dieron a conocer”. Una fuente muy ligada al área de zoológicos nacionales cuenta que los empleados del lugar son “arreglados” para callar ante cualquier contingencia.
¿Cómo es que el lugar sigue abierto? Por lo bajo, se dice que a Semino “lo banca (Eduardo) Duhalde” y que gracias a eso es un “intocable” en la provincia de Buenos Aires. “Posiblemente caiga por no pagar impuestos, como Al Capone, pero lo que hace con los animales es horrible”, se lamenta Fernández Balboa.
El experto de la Fundación Vida Silvestre se niega a decir que el de Luján es un zoológico, ya que “no cumple con las funciones de conservación, educación e investigación”. “Es un ejemplo del antizoológico, del mamarracho, de la tercera dimensión del mascotismo y de toda la cosa horrible que debe ser erradicada”, sostiene.


Ningún secreto

Los zoológicos de Florencio Varela y Luján se parecen, porque ninguno ofrece condiciones de seguridad para sus trabajadores.
El martes 10 de abril de 2007, a las 17:30, Melisa Noelia Casco, una cuidadora de 19 años del Zoológico de Florencio Varela, entró en la jaula de los osos hormigueros gigantes para alimentarlos. Ramón, uno de los animales, la atacó y le produjo numerosas heridas que dos días después ocasionaron su fallecimiento.
Lo paradójico del accidente es que ocurrió en el zoológico fundador del Proyecto Conservación del Oso Hormiguero Gigante, que se jacta de ser el centro nacional para “criar la especie en condiciones controladas y generar un programa de investigación y educación.” El Artis Zoo de Holanda y el EEP (Programa Europeo de Especies en Peligro), aportaron fondos para la iniciativa que, en uno de sus puntos, incluye la “capacitación especial de los cuidadores/educadores que participen del proyecto”.
Todos los caminos del Zoo de Florencio Varela conducen a un edifico central, que tiene alrededor un gran terreno cercado y una escultura de veinte metros que representa a un típico oso hormiguero. Se accede a la construcción por puentes colgantes y adentro hay una sala moderna con pantallas de plasma que muestran documentales dedicados a la especie, juegos interactivos para “aprender más” y una placa de acrílico con agradecimientos en la que se menciona a la cuidadora muerta (“Para MELISA CASCO, nuestro eterno recuerdo, de sus compañeros del Zoo”).
“Mirá, esos son los osos malos que mataron a la chica”, dice una señora a su nieta, que se asusta y se va corriendo. Muchos de los que llegan a la jaula de los osos hormigueros hacen comentarios parecidos, como si el accidente hubiera funcionado como una publicidad para atraer visitas.
Un empleado cuenta que, por orden del dueño del lugar, Claudio Quagliata, todo lo relacionado a la muerte de Casco “es un secreto del que nadie puede hablar”. Cuando se le pregunta a un cuidador qué medidas se tomaron luego del accidente, responde: “Y… cambiaron de jaula a Ramón”.
Efectivamente, el animal que mató a la chica está lejos de los otros osos, en uno de los bordes del zoológico. Su nueva celda se divide en dos compartimientos, lo que permite encerrarlo de un lado y no tener contacto directo para dejarle comida y agua.
En su prisión, Ramón se mueve nerviosamente de un lado para otro y le gruñe a la gente. Hay un cartel con letras rojas que invita a “NO TOCAR”. “Siempre fue violento y no se tomaron precauciones”, señaló Cecilia Dominich, ex cuidadora del animal, horas después del ataque a Casco.
Dos meses después del accidente, otra cuidadora fue asesinada por un yaguareté en el zoológico de Saenz Peña, en la provincia de Chaco. Pero las muertes de cuidadores de animales en zoológicos no son un fenómeno local ya que, tan sólo en los primeros 6 meses de 2008, una pitón se comió a su cuidador en Venezuela, un jaguar asesinó a otro en Denver y un tigre hizo lo mismo en Japón.
Por mail, Jean Schoch, director del zoológico mejicano de Chapultepec y famoso en Latinoamérica por sus 54 años de trabajo con especies silvestres, responde que “los accidentes ocurren por subestimación del animal”. “Para lograr seguridad, primero los cuidadores y los dueños de los zoológicos tienen que tomar conciencia de que trabajar con animales implica poner en riesgo la vida”, afirma.
Gustavo Torres, experto de Temaikén, explica que su parque se rige bajo las Normas Internacionales de los Zoológicos Modernos, “técnicas que se desarrollaron para evitar el contacto directo con animales y reducir el número de accidentes”. “No invadimos al animal. Usamos áreas de seguridad que nos permiten guiarlos con señas y alimentarlos o sacarles sangre por una ventanita”, explica.
Para el especialista de la Fundación Vida Silvestre, “todos los zoológicos son un gran negocio, aunque hagan las cosas bien o mal, y tomar medidas de seguridad sólo depende de decisiones económicas y políticas”. “Debería surgir una normativa que determine pautas específicas de manejo y capacitación para los cuidadores”, reflexiona.
“Todo depende de la mano del hombre. Se puede trabajar de forma segura”, argumenta Torres, de Temaikén. El museólogo Fernandez Balboa está de acuerdo, pero advierte: “A pesar de la muertes de cuidadores, no cambió nada, y un accidente fatal puede volver ocurrir en cualquier momento”.
Se supo: hay aliens







Cesar Reyes, experto en fenómenos extraterrestres

“Posiblemente los humanos seamos fruto de un experimento de seres del espacio”

También sostiene que “la Tierra puede ser un parque natural dentro de una sociedad galáctica enorme”. Afirma que la “ciencia no cree en extraterrestres, como en el pasado no creía que el planeta fuese redondo”. Dado el caso de una visita de ovnis, opina que los tripulantes “no serían bondadosos”.

15:06 horas. La estrella mediana, que los terrícolas llaman “sol”, se refleja sobre el planeta Tierra. La temperatura en Buenos Aires es de 29 grados centígrados.
15:07 horas. Los vehículos terrícolas que transitan por la calle conocida como Avenida Cabildo se detienen, alertados por una luz roja. Un grupo de formas humanas cruzan la calle. El calor genera un hecho ya registrado: pequeñas gotas de agua salina emanan de la piel de los humanos.
15:10 horas. Dos individuos de sexo masculino entran a un bar, ubicado en una esquina. El ambiente tiene temperatura baja por un dispositivo electrónico que transforma el aire caliente en un gas más fresco. Rápidamente, los cuerpos dejan de emanar agua salina.
Como muchos terrícolas con calor, Cesar Reyes, especialista en fenómenos extraterrestres, pide una Coca Cola bien fría. Sin embargo, los accesorios que utiliza delatan un interés muy particular: “El anillo representa una serpiente llamada Quetzalcóatl, uno de mis dioses preferidos. La pulsera es egipcia y tiene signos mágicos”, explica.
-¿Qué sabemos de los extraterrestres?
-Absolutamente nada.
-En tus artículos hablás de mitos que revelan la llegada de “astronautas” con forma humana en tiempos muy antiguos.
-Según las investigaciones realizadas, podemos saber que los extraterrestres que vinieron tenían conformación humanoide.
-¿No es sospechoso que sean tan parecidos a nosotros?
-Es que probablemente nosotros seamos el resultado de un experimento genético de seres del espacio. Estaríamos hechos a su imagen y semejanza.
-¿Cómo es posible, prácticamente, que el origen de la humanidad tenga que ver con fenómenos extraterrestres?
-Hace mucho nos enteramos que el hombre de Neandertal y el hombre Cromañón eran contemporáneos. ¿Cómo se produce el paso de Neandertal a Cromañón? Ahí pueden haber intervenido los extraterrestres.
-(Charles) Darwin hablaba de mutaciones genéticas, que hicieron que algunos individuos sobrevivan frente a otros por mayor poder de adaptación al ambiente.
-Pero falta tiempo para una evolución tan grande. Las teorías indican que, inclusive, la Tierra no era un lugar apto y los seres de otro mundo generaron la vida artificialmente.
Reyes adscribe a la teoría del Antiguo Astronauta, según la cual el planeta fue visitado por extraterrestres en el pasado remoto. Asegura que su trabajo es como el de un “arqueólogo o un historiador convencional”. “Me muevo con evidencia científica y soy de una corriente muy escéptica que no cree en las abducciones (cuando una persona es capturada por extraterrestres) o en la telepatía con seres de otro mundo”, manifiesta el especialista. Según Reyes, es mejor trabajar con el pasado porque en el presente hay testigos contaminados, ya que “miran Viaje a las Galaxias, ven una estrella que se mueve y ya piensan que es un ser del espacio viene a buscarlos”.
-¿Cuál pensás que es la prueba más contundente de que los extraterrestres vinieron en el pasado?
-Hay una tribu que tiene un conocimiento científico del sistema planetario casi desde la Edad de Piedra. También hay pinturas rupestres que indican las visitas de seres con trajes de astronautas y antiguas pilas que dan indicios de uso de electricidad antes de que fuese creada por la ciencia.
-¿Para vos la ciencia no cree en extraterrestres como antes no creía que la Tierra fuese redonda?
-Exactamente. Pero de a poco se están abriendo.
A pesar de su profesión (trabaja todos los días de 8 a 20 en la computadora de su casa), Cesar Reyes dice que vive una vida normal. Cuenta que hace una gran salsa de atún para las pastas y que practica artes marciales. Por las noches, se sienta con un habano “a contemplar el cielo e imaginar”.
-Si mañana por la tarde naves extraterrestres aterrizaran en la Tierra, ¿cómo reaccionaría la gente?
-Seguro sería un desconcierto muy interesente…
-Y seguro que los recibiría Condoleeza Rice (Secretaria de Estado de Estados Unidos).
-(Se ríe hasta las lágrimas) Bueno, el presidente de Irán (Mahmud Ahmadineyad) también va querer estar en la foto. Igual yo creo que hay que tener cuidado.
-¿No crees que vengan en son de paz?
-No disparemos pero tampoco les abramos la puerta de la heladera. La suposición de que una sociedad altamente avanzada será bondadosa no me parece posible.
El experto sugiere que la humanidad podría compararse con los gorilas de la montaña, ya que “el animal no tiene idea del sistema de gobierno y la ciencia de los humanos, como el mundo de los hombres puede ser un simple parque natural dentro de las sociedades galácticas”. Luego de tomar un trago de su bebida, concluye: “Es lógico que los extraterrestres no nos visiten abiertamente; ¿quién mandaría al presidente de una potencia a discutir con el jefe de los gorilas?”.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Primer posteo (de práctica)


Somos un grupo de personas que nunca tuvieron un blog. Publicamos este primer mensaje para ver como sale. Como no hay fotos de nosotros que puedan servir, acompañamos el texto con una imagen que grafica nuestros sentimientos ante el nuevo proyecto.